Interrail 2010
De tren en tren y tiro porque me toca
domingo, 17 de julio de 2011
El último tren del Interrail
Este fue el último tren de nuestro interrail.... ¿Cuál será la próxima destinación que anuncie la megafonía?
lunes, 11 de julio de 2011
Mi Moleskine, DÍA 1
07/07/2010
Vuelo FR5444
Madrid - París Beauvais
- Llegada aproximada 18:15 (JA.)
Por fin, el calendario marca el día 7 de Julio; me despierto a las 9 de la mañana, algo nerviosa (Muy nerviosa, en realidad) para terminar mi mochila y dirigirme al aeropuerto para encontrarme por fin con Fer, Mario, Pra y Esti. ¡¡Nos vamos de Interrail!!
En esos momentos, quién me hubiera dicho a mí que iba a ser un día tan aparatoso…
Termino la mochila y me dirijo, como he dicho, al aeropuerto. Cómo odio volar. Pero las ganas de empezar el viaje que tanto habíamos planeado eran más grandes que el pánico de subirme en ese pájaro infernal.
A las 16:00 más o menos y después de encontrar la puerta de embarque, tarea nunca sencilla, estamos ya dentro del autobús-avión de Ryanair; si todo va bien en un par de horas estaremos aterrizando en París… Bueno, en Beauvais, que horas después descubriríamos que se trata de un pueblucho abandonado de la mano de Dios y que huele a granja.
Las 16:35 y parece que el avión no se mueve. Pasan 5 minutos. 10 minutos más. Media hora. Me entretengo molestando a Prado con mi miedo al avión y haciendo fotos a las maniobras en caso de accidente y a la ventanilla.
Cartel a más o menos 5 cm de tu cara debido al inexistente espacio entre asientos, by Ryanair.
El piloto nos pide disculpas continuamente, es lo único que llego a entender. “Apologice”, “Be patient”. Los soniditos de aviso (si, esos que suenan para llamar a la azafata) no cesan y cada cinco minutos el piloto nos ruega be patient (Be patient, my friend); la espera empieza a volverse insoportable.
Pasa el tiempo y seguimos parados, dentro del autobús, digo avión. Un nuevo aviso llama nuestra atención: “Estaremos parados entre 10 y 50 minutos”. ¿Disculpa? ¿¿50 minutos?? Ah, no, pero tranquilidad, aunque estoy segura de que tienen una bodega repleta de refrigerios, nos invitan a un vaso de agua, lo que sin duda hace mucho más amena la espera dentro del avión. De hecho l@s azafat@s parecen más preocupados en la cantidad de hielo que ponen en nuestros vasos de agua, que en buscar una solución al problema. Recuerdo que en estos momentos mi miedo a volar comenzó a alcanzar límites insospechados; en la cabina del piloto había 3 o 4 ingenieros que parecían bastante confusos, en la puerta abierta del avión se apoyaba un cura, dos asientos por delante del mío un hombre leía “La biblia según satanás” y encima se nos comunica que no volamos por el fallo o falta de una pieza “sin importancia”.
Resignados, esperamos, esperamos, esperamos… Al final, de nada nos vale esperar y nos bajan del avión, cual ganado, hacia el aeropuerto de nuevo. Como es normal la tensión se palpa en el ambiente y yo me enfado y me preocupo por mi pobre mochila facturada en la bodega del "avión sin pieza sin importancia".
Finalmente, y después de tener que esperar a que alguien nos explicara que iba a pasar con nosotros, y de volver a pasar por todo el control del aeropuerto, la cola en la puerta de embarque, etc, etc, aproximadamente 4 horas y 40 minutos más tarde montamos en otro avión, y por fin despegamos hacia Pagí… Sigo odiando volar.
La escena ya roza el surrealismo cuando el copiloto nos anuncia la victoria de España contra Alemania en el mundial, y la gente grita y aplaude (como es costumbre en el circo que es Ryanair, pero con más ganas) y yo solamente quiero llegar, ya me da igual como.
El vuelo es tranquilo y corto, y al llegar mi mochila no se ha extraviado, así que cansados pero felices por estar por lo menos cerca de París, cogemos un autobús que nos cuesta más que el billete de avión (15 euritos) y tarda casi igual que éste (1h 30 m) para llegar París, donde nos esperan Ana e Iván. Llegamos unas 6 horas más tarde de lo esperado, cogemos un bus atestado de gente hasta nuestro albergue en La Bastille, y muertos de hambre nos comemos un kebab con una sospechosa salsa que me revuelve el estómago los dos días posteriores.
Primera foto en París, siendo observados por los lugareños.
Moraleja del día: Lo barato sale caro.
domingo, 12 de junio de 2011
Volvemos
En mi estantería está, guardando polvo, mi leal compañera de viaje (Sin contar la maravillosa guía de viaje “La churretosa”, que también fue parte importante), mi querida Moleskine.
Además de estar escrita diariamente durante el viaje, que queda muy a lo “diario de abordo”, en ella han quedado plasmadas (además de tickets, información, etiquetas de cerveza, tapas de yogures, y demás basura europea) sensaciones, curiosidades, opiniones de albergues, restaurantes, trenes, museos y alguna que otra tontería que nos hizo reír, que me gustaría compartir con vosotros aquí. Así que a partir de Julio empezaremos** nueva sección (Queda muy bien decirlo, pero no sé como se hace).
** Y digo empezaremos porque Iván dice que también lo hará, pero como es un hombre ocupado y encima se va a Perugia este verano a aprender italiano no tengo muy claro que colabore.
Por cierto, ¡Tenemos 4.500 y pico visitas! Aunque la mitad sean mías, ¡no está nada mal!
sábado, 7 de agosto de 2010
La prueba gráfica de que estuvimos allí.
Hoy hace justo una semana que la aventura acabó para mí; la he pasado haciéndome a la idea de que la gente entiende lo que digo, que yo les entiendo a ellos (y entiendo todos los carteles), y que para dirigirme a la gente tengo que usar el español. (El otro día en el autobús se me escapó un “Sorry”) Además he podido disfrutar del placer de dormir en una cama como dios manda, ponerme ropa limpia y recién planchada, y comer en una mesa suculentos manjares que en nada se parecen a los bocadillos a los que estábamos acostumbrados. Pero aún así la depresión post-Interrail me invade y el mono de subirme a un tren también.
Ahora que ya no estamos de viaje estoy intentando buscar darle sentido a este blog, que no se quede congelado. Aunque obviamente no creo que escribamos con demasiada frecuencia, por lo menos alguna entrada de vez en cuando para hablar de albergues, trenes, anécdotas del viaje, consejos o planificaciones de próximas aventuras (Con o sin billete de Interrail).
Como podréis ver no hemos colgado ni una foto de nuestro viaje y hemos tirado de Google… Aún no tengo todas las fotos del viaje, pero he pensado en colgar alguna en el blog, aunque los que ya habéis estado con alguno de nosotros os habreis artado de ver fotos y de escuchar todas las anécdotas (Es que casi un mes da para mucho).
martes, 3 de agosto de 2010
Santander, eres novia del maaar
Pido disculpas a nuestros lectores por haberos tenido tan abandonados en la recta final del viaje, pero la tienda de campaña de Pula no tenía internet (obvio) y en Venezia hay tanto que hacer que sentarnos al ordenador (pagando una burrada) no era lo que más nos apetecía!
Leo que Marta os ha puesto al día hasta su partida, así que retomaré el relato donde ella lo dejó. El día 1 de agosto, Marta nos abandonó, y para reponernos de la tristeza nos fuimos en Vaporetto (Vaporetta de Polti para mí, "el Vapor" para Fernando) hasta la Plaza de San Marcos. Callejeamos pero todo estaba lleno de hordas de turistas persiguiendo a sus respectivas guías que llevaban sus respectivos paraguas para que se les viese, así que fue un poco agobiante. El calor también apremiaba.
Entre visitar esto y aquello, nos dieron las 4 de la tarde, momento en el cual el agobio veneciano dejo paso a la verdadera Venezia que nos cautivó. Nos fuimos a las islas de San Giorgio Maggiore y de la Giudecca, y la paz que allí se respiraba era inigualable. Luego a Murano al caer la tarde donde no había absolutamente nadie. Volvimos a la isla principal ya de noche y las calles estrechas jalonadas de plazas (o campos, como lo llaman allí) donde sólo se oia el tintineo de los cubiertos y las copas de vino de los que cenaban en las terrazas a la luz de las velas hacían de la ciudad un lugar mágico.
Tanto nos gustó que exprimimos el pase de 24 horas de la vaporetta hasta límites insospechados, y no nos acostamos hasta las 2 de la mañana en nuestro albergue veneciano, que por cierto era de lo mejorcito: nuevo, amplio, limpio, cómodo, en la Giudecca con lo cual era muy tranquilo, y eso sí, con un recepcionista de noches corto como el rabo de una boina.
Ayer, día 2, callejeamos por el Dorsoduro y Santa Croce hasta la estación, y allí Fer y yo nos cogimos un par de trenes y un bus hasta el aeropuerto de Bérgamo, que nos sorprendio pues nos esperabamos un apeadero de mofetas, y no un aeropuerto cómodo y moderno. Mario en cambio vuelve hoy, así que se quedó pasando el día por las calles venecianas, si lee esto desde allí, también le deseo una rica comida de embutido!!! muahahaha. Por cierto, cené huevos fritos con puntilla que era lo que más deseaba hacer desde Budapest.
Intentaremos estos días escribir alguna cosa más del viaje, porque si no este blog se va a quedar muy cojo!!
Saludos a todos y gracias por leernos
domingo, 1 de agosto de 2010
De vuelta
Que rollo.
Aunque ya mis pobres pies pedían un poco de tregua, y también mi estómago amoldado a los bocadillos de atún desmigao y jamón de plástico, bañandolo todo con un postre que creo que no volveré a tomar en mucho tiempo, que es el yogur batido.
Después de escribir aquí, desde Sarajevo, fuimos en tren nocturno a Zagreb, yo no dormí apenas pero Iván, Fer y Mario (Bueno Mario como iba a tener algun problema..) parece que más o menos lo consiguieron, seguro que gracias a mi drogaína.
Llegamos a Zagreb a las 7 de la mañana y yo me sentía tan mal que solamente quería una cama y una ducha, así que decidir olvidar el paseo por Zagreb e ir directamente a Ljubljana a lavarme en pelo y dormir algo. Mario se vino conmigo y Fer e Iván se quedaron visitando la capital croata, que según comentaron después no se merece la mala fama que algunos le dimos desde un principio.
El caso es que llegamos a Ljubljana sobre las 11 y 30 de la mañana y llovía bastante y no tenía mucha pinta de parar, así que mojándonos llegamos al albergue, que no estaba mal, dejamos las mochilas y paseamos bajo la lluvia eslovena... Después, descubrimos que ya no estabamos en esos maravillosos paises bonitos y baratos, sino que ya habiamos entrado en la magnifica union europea y nuestro presupuesto para comer subió bastante, además de que no comimos muy bien ya que compramos una lata de atún que resulto no ser atún solamente. Eso nos pasa por no saber esloveno.
Por la tarde nos juntamos todos, pero debido a la lluvia torrencial no pudimos ver gran cosa y a mi personalmente me dio bastante rabia porque parece una ciudad muy chula, pero con la lluvia y el cansancio no la disfrutamos nada y acabamos cenando a las 8 en un McDonalds y a la cama a las 10.
Al día siguiente a las 5 de la mañana amanecimos para coger un tren a Pula, el pobre Fer perdió sus gafas en Lupoglab, (espero que escriba en el blog sobre como se sintió al perderlas) y aunque el tiempo no acompañaba conseguimos sacarle partido al adriático con un buen baño bajo el cielo nublado con chubascos débiles.
Paseamos por Pula, dormimos en tienda de campaña por 14 € (Muuu caro), aunque estabamos a pie de playa y con desayuno incluido.. No se puede tener todo.
La última mañana que estuvimos en Pula pudimos disfrutar del sol y acabamos todos cual alemanes en Benidorm, Fer e Iván consiguieron quitarse la camiseta de albañil, Mario se puso algo mas negro de lo que ya esta y yo me quemé la cara.
Y por la tarde rumbo a Venezia en nuestro último tren, pasando por Trieste donde observamos como las gaviotas son unas aves muy respetadas en el mundo de los pájaros de puerto, y como se rien cuando consiguen quitarle un trozo de comida a las pobres y desprestigiadas palomas.
Llegados a la bella Venezia nos colamos en un vaporetto, dormimos en una residencia de estudiantes en la que el recepcionista es un inutil de carrito y ya está, esta mañana he cogido el avión y aquí estoy.
La verdad que ha sido un mes fugaz, hemos visto y vivido un montón de cosas y ahora que estoy aquí volvería a coger la mochila y a empezar el viaje otra vez (Una vez que descansen mis pies).
Le recomiendo esta aventura a todo el que se atreva a vivir al límite con las mudas limpias, seguir caminando aun teniendo los pies llenos de rozaduras/ampollas/quemaduras de 3er grado, pero sobre todo al que tenga ganas de disfrutar de un mes increíble. De verdad.
¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿Repetimos el año que viene????????????????
Por si lo leeis los que seguis por Venezia, Lupo os manda saludos (que no Lupoglav, Lupoglad, Lupoglab?), yo os mando un chago bago enorme y deciros para daros envidia que ya voy a tener ropa limpia y planchadita, y hoy he cenado en un plato y he usado cuchillo y tenedor... jajaja
Un beso desde el horno Madrileño