martes, 3 de agosto de 2010

Santander, eres novia del maaar

Pues si, ya estoy por tierras norteñas también de vuelta!
Pido disculpas a nuestros lectores por haberos tenido tan abandonados en la recta final del viaje, pero la tienda de campaña de Pula no tenía internet (obvio) y en Venezia hay tanto que hacer que sentarnos al ordenador (pagando una burrada) no era lo que más nos apetecía!
Leo que Marta os ha puesto al día hasta su partida, así que retomaré el relato donde ella lo dejó. El día 1 de agosto, Marta nos abandonó, y para reponernos de la tristeza nos fuimos en Vaporetto (Vaporetta de Polti para mí, "el Vapor" para Fernando) hasta la Plaza de San Marcos. Callejeamos pero todo estaba lleno de hordas de turistas persiguiendo a sus respectivas guías que llevaban sus respectivos paraguas para que se les viese, así que fue un poco agobiante. El calor también apremiaba.
Entre visitar esto y aquello, nos dieron las 4 de la tarde, momento en el cual el agobio veneciano dejo paso a la verdadera Venezia que nos cautivó. Nos fuimos a las islas de San Giorgio Maggiore y de la Giudecca, y la paz que allí se respiraba era inigualable. Luego a Murano al caer la tarde donde no había absolutamente nadie. Volvimos a la isla principal ya de noche y las calles estrechas jalonadas de plazas (o campos, como lo llaman allí) donde sólo se oia el tintineo de los cubiertos y las copas de vino de los que cenaban en las terrazas a la luz de las velas hacían de la ciudad un lugar mágico.
Tanto nos gustó que exprimimos el pase de 24 horas de la vaporetta hasta límites insospechados, y no nos acostamos hasta las 2 de la mañana en nuestro albergue veneciano, que por cierto era de lo mejorcito: nuevo, amplio, limpio, cómodo, en la Giudecca con lo cual era muy tranquilo, y eso sí, con un recepcionista de noches corto como el rabo de una boina.
Ayer, día 2, callejeamos por el Dorsoduro y Santa Croce hasta la estación, y allí Fer y yo nos cogimos un par de trenes y un bus hasta el aeropuerto de Bérgamo, que nos sorprendio pues nos esperabamos un apeadero de mofetas, y no un aeropuerto cómodo y moderno. Mario en cambio vuelve hoy, así que se quedó pasando el día por las calles venecianas, si lee esto desde allí, también le deseo una rica comida de embutido!!! muahahaha. Por cierto, cené huevos fritos con puntilla que era lo que más deseaba hacer desde Budapest.

Intentaremos estos días escribir alguna cosa más del viaje, porque si no este blog se va a quedar muy cojo!!

Saludos a todos y gracias por leernos

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